martes, 16 de abril de 2013

Et in Spiritum Sanctum.


Alguien tenía que hacer estas aclaraciones, y las hizo notablemente el Blog The Wanderer, 15-04-2013,  quien hace una breve pero muy actual reflexión, con respecto a lo que flota en el orbe católico de lo que se suele denominar como católicos “neocon” o católicos “irabureanos”. Trata de aquella versión deformada, supersticiosa, casi caricaturizada de la asistencia del Espíritu Santo al Sumo Pontífice y al colegio de cardenales.


... et in Spiritum Sanctum

La lectura de algunos de los comentarios de los últimos posts me ha dejado casi la convicción de la aparición de un nuevo catolicismo -el neocon- cuyas características se van definiendo cada más y, muy notablemente, hacia una suerte de superchería que nunca conoció, hasta donde yo sé, la Iglesia católica.
Por ejemplo, se insiste hasta el cansancio de que al papa lo elige el Espíritu Santo. Yo quisiera saber de dónde sale tamaña idea -y no vale que me digan que lo dicen el P. Iraburu-. Al papa lo eligen los cardenales según las ganas, el humor y la inteligencia que tengan el día del cónclave. Y se acabó. Ya verá el Paráclito qué puede hacer con el personaje que eligieron, pero saquémonos de la cabeza y del discurso la idea de una intervención divina en el momento del cónclave. Eso no existe, nunca existió y nunca fue dicho en ningún documento oficial de la Iglesia.
Otro caso es el que nos acercaba un comentarista español. A él no le interesaba quién había sido Bergoglio como arzobispo de Buenos Aires. Eso no tenía importancia ya que esa persona no existía más. Ahora existe Francisco, el papa de Roma.
Analicemos con más detalle esta idea. Se está postulando, ciertamente, un profundísimo cambio en la persona que resulta elegida, ocurrido en el momento en que resulta elegida papa. ¿Qué tipo de cambio es? Podría ser un cambio sustancial y, entonces, estaríamos en presencia de una nueva transustanciación. Podría ser una suerte de hypostisación, es decir, el Espíritu Santo se haría hypóstasis en el papa. Incluso, podría tratarse de una posesión por parte del Paráclito del alma y del cuerpo del elegido, análoga a las posesiones diabólicas. Y no veo más opciones que puedan explicar ese cambio tan rotundo e interior que proponen los neocon. Todo esto, claro está, no es más que un tamaño disparate.
Seamos claros. El que es elegido papa, es el mismito cardenal -santo o pecador-, que antes de su elección, con todas sus mañas, sus vicios y sus virtudes. No cambia nada, las virtudes y los vicios, que son hábitos, no se cambian por vestirse de blanco. Solamente lo cambiaría un milagro, y la Iglesia jamás habló de milagros en la elección papal.
Pero hay una objeción. ¿Qué pasa entonces con la protección y asistencia prometida por el Señor a su Iglesia y a Pedro?  Veamos de qué se trata tal asistencia.
No hay duda alguna de que la asistencia del Espíritu Santo está asegurada a la Iglesia para que pueda cumplir su misión divina como así también a aquellos que tienen a cargo el magisterio supremo de la Iglesia. Esto está atestiguado por las mismas palabras del Señor. Entre muchas otras, pueden verse las siguientes citas: Jn. 14, 16-17 y Jn. 14, 26. Es importante señalar, sin embargo, que son muchos los Padres y exégetas que consideraron que estas promesas del Salvador eran exclusivamente para los Apóstoles y no para sus sucesores. Como dicen los juristas, hay un biblioteca de un lado, y otra del otro. Pero, quedémonos con lo que dice San Agustín al comentar el descenso del Paráclito sobre los Apóstoles el día de Pentecostés: Non jam visitator subitus, ser perpetuus consolator et habitator aeternus. Por eso mismo, y con muchos Padres y Doctores yo creo que la ayuda divina está asegurada para la Iglesia y para sus jefes supremos a través de la infalibilidad doctrinal, cuya causa es el Espíritu Santo. Y es esto mismo lo que fue proclamado por el Concilio Vaticano I.
Sin embargo, la cuestión no está solucionada porque surge la pregunta acerca de la naturaleza de esta asistencia divina. Es decir, ¿acerca de qué cosa existe la promesa de infalibilidad? La teología católica explica que:
1. Solamente los apóstoles tuvieron el privilegio personal de recibir, a través del Espíritu Santo, revelaciones nuevas. Es decir, una vez muerto el último apóstol, ya no hay más manifestaciones de nuevas verdades que entren en el depósito de la revelación.
2. La asistencia de la que habla la Escritura, la Tradición y el Vaticano I no consisten en una inspiración o influencia positiva sobre las facultades del papa, sino que laasistencia, es una seguridad negativa que le impide cometer errores en la enseñanza eclesiástica oficial e imposibilita de que el magisterio supremo de la Iglesia tome una dirección contraria a la que Jesucristo ha trazado.
La asistencia del  Espíritu Santo, por tanto, es solamente el efecto de la providencia especial de Dios sobre su Iglesia para conservar, explicar y defender el depósito de la Revelación confiado a los apóstoles. No hay más que eso.
La seguridad que nos da nuestra fe es que Francisco, o el que sea que ocupe la sede apostólica, jamás proclamará un dogma contrario a la enseñanza de Jesucristo y al depósito de la Revelación. Sólo eso, que no es poco.



Murmullos vaticanos:
1. Según informan los medios, el cardenal Bergoglio, desde hace 40 años, usa zapatos a medida fabricados por un zapatero de Buenos Aires en cuero de becerro negro. No son colorados, pero da lo mismo; cuestan varios miles de pesos.
2. También informan los medios que la celebrada frase “Quiero pastores con olor a oveja”, en realidad es propiedad de un pastor pentecostal portorriqueño de la iglesia de la Asamblea de Dios que hace 5 años publicó un libro con ese título. ¿Será plagio?